[lectura de tres minutos]
¿Sabías que cuatro de cada cinco personas fracasarán en sus objetivos la primera vez? El hecho de que el fracaso sea tan común probablemente te haga sentir un poco mejor si lo has experimentado recientemente. ¡Y estamos contentos! La verdad es que nuestra cultura nos enseña a autopromocionarnos y convertir lo negativo en positivo hasta tal punto que es fácil creer que el fracaso individual es la excepción, no la norma.
Ahora que se siente un poco menos paria, queremos animarle a que se apoye en las lecciones más profundas de errar el blanco. Porque la buena noticia es que el fracaso puede fertilizar el crecimiento psicológico. Como dijo el escritor del New York Times, David Brooks, en su libro The Road to Character , un grupo diverso de personas de la historia nos ha enseñado que “tenían que bajar para subir... para escalar las alturas del carácter”.
Humildad
Si enfrentamos el fracaso con honestidad y curiosidad en lugar de tratar de escapar de él, eventualmente aceptaremos la realidad de que, como individuos, no somos especiales. Como todos los demás, somos limitados, mortales e imperfectos. Pero en lugar de hacernos sentir pequeños, el fracaso subraya nuestra humanidad compartida. Este es un enfoque mucho más saludable para construir una identidad que a través de la autoestima , porque el fracaso nos enseña a conectarnos en lugar de distinguirnos unos de otros basándose en el mérito (o la mediocridad).
La humildad también corrige una historia demasiado simplificada que apreciamos en América del Norte: que con la cantidad adecuada de trabajo duro podemos convertirnos en lo que deseamos ser. Desde este punto de vista, el talento natural, nuestra ubicación social y la simple suerte no tienen nada que ver con el éxito. Pero si damos un paso atrás, nos damos cuenta de que el éxito es siempre una combinación de estas cosas. La gente humilde reconoce estos factores. También mencionan rápidamente que otros los ayudaron a sobrevivir al fracaso y alcanzar el éxito, que sus vidas no fueron ni son meros actos en solitario. Esto evita que sus identidades individuales queden demasiado atrapadas en el resultado de sus objetivos.
Empatía
El fracaso también puede aumentar la empatía, la capacidad de mirar la vida desde la perspectiva de otra persona y sentir lo que siente. En pocas palabras, después de un fracaso, cuando miramos a otros que recientemente han experimentado una decepción, sabemos (en lugar de simplemente imaginar) lo que es estar en su lugar. Ese conocimiento suele implicar un profundo sentimiento y compasión. Como señala tan poderosamente el investigador Stephen Hayes: “Los estafadores [artistas] tienen perspectiva, pero no empatía. Es el fracaso lo que nos lleva allí. Los poetas nos dicen que la tristeza abre un lugar donde puede residir el amor, donde sabemos más sobre lo que es ser humano”. Menos estafadores en el mundo y más empatía. Eso suena muy necesario, ¿no? Así que apóyate en la pérdida y sigue creciendo. El mundo necesita profundizarse debido a tus sueños no realizados .
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